La verdad que las personas que sufren de una enfermedad, cualquiera que sea esta, requieren de atención médica en primer lugar. Pero también el amor hacia un enfermo es vital y confortable. Desde que somos pequeños el famoso “sana sana colita de rana” es básico para curar cualquier golpecito que ha recibido un niño. Son cuidados que hacen que se sientan queridos y que alivian de momento el dolor ocasionado por alguna lesión.
¿Cómo prodigar amor hacia un enfermo?
Hace algunos días en los que uno de los pacientes nos platicaban de cómo había sido su recuperación, nos contaba del cariño con el que lo trataban tanto la enfermera como el médico especialista. Además de la cercanía con sus seres querido, el personal del hospital se esmeraba en el buen trato. El trato amable con un paciente es fundamental, pero no el “falso” o sea el que se dicen palabras cariñosas mientras no son cuidadosos. El verdadero consiste en ser empático con el enfermo. El interesarse cómo se siente durante cualquier procedimiento, o una breve charla de que tal se sintió al ver a sus visitas.
Ese es el verdadero amor hacia un enfermo. Y es lo que hace la gran diferencia en que se sientan tratados como un número de cuarto o como una persona.
En nuestro hospital tenemos como meta el que todo el personal se comprometa a tratar a los pacientes como lo que son: seres vulnerables que tienen un padecimiento. Eso hace que se note la diferencia y que se acompañen durante su enfermedad.
En este día del amor y de la amistad, quisimos publicar este artículo pues es una manera hermosa de festejar el amor a nuestros semejantes. El ponerse en el lugar del paciente y pensar cómo nos gustaría ser tratados al estar en una situación similar, nos hace empáticos y solidarios. Es otra de las cosas que nos distinguen y de las cuales nos sentimos muy orgullosos. Es la experiencia que nos ha dado 30 años de trabajo.